Cuando hablamos de proteger la biodiversidad, solemos pensar en grandes acciones de conservación o en la gestión de los parques naturales. Pero hay una labor menos visible —y no por ello menos importante— que ocurre de forma constante y silenciosa en muchos proyectos de infraestructuras, energías renovables o desarrollo urbanístico: el seguimiento ambiental.
Esta tarea se apoya directamente en el estudio de flora y fauna, una herramienta fundamental para conocer, valorar y preservar los ecosistemas que podrían verse afectados por la actividad humana. Gracias a estos estudios, es posible identificar especies sensibles, detectar cambios en el entorno y adaptar las actuaciones para minimizar su impacto.
En Paleoymás llevamos años aplicando un enfoque en el terreno que combina la experiencia científica con una visión práctica que permite hacer compatibles el desarrollo y la conservación. A lo largo de este artículo, te contaremos cómo se lleva a cabo el seguimiento ambiental, cuál es el papel clave que juega el estudio de flora y fauna y por qué es una herramienta imprescindible en la gestión ambiental responsable.
¿Qué es el seguimiento ambiental?
El control / seguimiento ambiental incluido dentro de un Plan de Vigilancia Ambiental (PVA) prevé una serie de actuaciones que se desarrollan a lo largo de las distintas fases que atraviesa un proyecto que pueda tener impacto sobre el medio natural (antes, durante y después de su ejecución). Su objetivo es comprobar que las medidas de protección ambiental se están cumpliendo y que los ecosistemas no sufren daños imprevistos.
En otras palabras, no se trata solo de prever lo que podría pasar, sino de verificar lo que está pasando realmente en el terreno.
Este proceso implica una observación sistemática y prolongada de diversos indicadores ambientales, como la presencia de determinadas especies, la evolución de hábitats sensibles o los cambios en la calidad del suelo o del agua. Y es precisamente aquí donde el estudio de flora y fauna cobra un papel protagonista: aporta los datos necesarios para evaluar si los valores naturales del entorno se están manteniendo o si, por el contrario, se requiere actuar para corregir impactos.
En España, el seguimiento ambiental está regulado por distintas normativas autonómicas y estatales que lo hacen obligatorio en muchos tipos de proyectos, especialmente aquellos sometidos a Evaluación de Impacto Ambiental (EIA). Pero más allá del cumplimiento legal, representa un compromiso con la sostenibilidad y una herramienta para la mejora continua en la relación entre las actividades humanas y el entorno natural.
Principales actuaciones en cada fase
Cada una de las fases por las que puede transcurrir un proyecto con impacto en el territorio lleva asociadas distintas actuaciones dentro del control ambiental. Las más habituales son las siguientes:
- Fase previa
-Prospecciones de fauna y flora, para actualizar la información de los órganos ambientales disponible. Se lleva a cabo en el entorno más próximo al proyecto (500m para la fauna, 50m en el caso de las plantas, si bien los órganos competentes en materia ambiental pueden establecer rangos mayores)
-Estudios de flora y fauna más complejos:- Para la fauna: entorno mínimo de 2km y con duración mínima de un año para evaluar la evolución de comportamientos, ocupaciones, etc.
- Flora: estudio de hábitat, presencia de flora catalogada, comunidades y superficies reales afectadas.
- Fase de construcción
Seguimiento de las medidas complementarias / correctoras establecidas:-Control de obra para corroborar la no afección a espacios y especies.
-Estudios en épocas de cría de fauna protegida, estudios de ocupación del espacio, etc.
-Perimetración, conservación de lugares protegidos, etc.
-Translocaciones de flora o especies de movilidad reducida. - Fase de explotacion
Seguimiento de las medidas compensatorias:-Corroborar la no afección a espacios y especies no contemplados
-Estudios en épocas de cría de fauna protegida, estudios de ocupación del espacio, etc.
-Evolución de poblaciones translocadas, estudios periódicos, etc. - Fase de desmantelamiento (igual que en la fase de construcción)
- Fase de restauración
-Seguimiento de las replantaciones.
-Estudios de fauna protegida, estudios de ocupación del espacio, etc.
-Seguimiento de revegetación natural.
El papel del estudio de flora y fauna en el seguimiento ecológico
En el contexto del seguimiento ecológico, el estudio de flora y fauna no es solo un informe puntual: es una herramienta viva que permite comprender cómo está respondiendo un ecosistema ante una intervención humana, ya sea una obra lineal, un parque eólico, una cantera o cualquier otro tipo de infraestructura.
Los estudios se centran en monitorizar la evolución de las especies y los hábitats previamente identificados como sensibles o relevantes. Por ejemplo, se evalúa si una población de aves nidificantes mantiene su tamaño habitual, si una planta endémica sigue presente en una zona afectada, o si una comunidad de murciélagos ha cambiado sus patrones de actividad debido al ruido o la iluminación artificial.
Este tipo de análisis permite detectar tanto los efectos directos (como la pérdida de hábitat por una obra) como los efectos indirectos, muchas veces más difíciles de prever: fragmentación de corredores ecológicos, alteración de ciclos reproductivos, o introducción de especies invasoras, entre otros.
Al fin y al cabo, entender cómo evoluciona un entorno natural tras la puesta en marcha de un proyecto es la base para actuar de forma responsable y garantizar la compatibilidad entre desarrollo y conservación.

Metodologías utilizadas en el estudio de flora y fauna para el seguimiento
El seguimiento ecológico no se limita a tomar notas de campo: requiere aplicar metodologías científicas contrastadas que permitan obtener datos fiables y comparables a lo largo del tiempo. En el caso del estudio de flora y fauna, existen distintas técnicas según el tipo de especies y hábitats que se evalúen.
Para la flora
En el caso de las plantas, se realizan transectos y parcelas de muestreo, que se recorren o analizan de forma periódica, donde se registra la presencia, abundancia y estado de conservación de las especies de interés. Se presta especial atención a plantas protegidas, endémicas o indicadoras de hábitats de interés comunitario, muchas veces reguladas por directivas europeas o catálogos autonómicos. Estas mediciones repetidas permiten comprobar si las comunidades vegetales se mantienen estables o si están sufriendo cambios relacionados con la actividad humana.
Para la fauna
En la fauna, la diversidad de grupos exige metodologías específicas:
-Avifauna: censos visuales y auditivos, puntos de escucha o conteos en transecto.
-Quirópteros (murciélagos): detectores de ultrasonidos para registrar su actividad nocturna.
-Mamíferos terrestres: fototrampeo mediante cámaras automáticas, rastreo de huellas y excrementos.
-Herpetofauna (anfibios y reptiles): prospecciones en hábitats favorables, muestreos nocturnos o trampas de caída controladas.
En todos los casos, el seguimiento implica repetir los muestreos en distintos momentos del año y durante varios ciclos anuales, lo que permite observar tendencias, detectar anomalías y evaluar la efectividad de las medidas correctoras aplicadas.
Tecnología y herramientas de apoyo
El trabajo de campo se complementa cada vez más con tecnologías avanzadas como drones para sobrevolar áreas de difícil acceso, sistemas de información geográfica (GIS) para mapear hábitats o bases de datos ambientales que facilitan la toma de decisiones y la visualización de los resultados.
El objetivo común de todas estas metodologías es doble: detectar cambios de manera temprana y aportar información práctica que sirva para ajustar las medidas de protección si fuese necesario. En Paleoymás aplicamos estos métodos con un enfoque adaptado a cada proyecto, combinando la experiencia en campo con la tecnología para lograr resultados sólidos y útiles.
Casos prácticos: Cómo se aplica el seguimiento ecológico en proyectos reales
Para entender mejor la utilidad del estudio de flora y fauna en el seguimiento ecológico, es útil poner algunos ejemplos representativos de cómo se aplican estas técnicas en proyectos reales. A continuación, describimos tres tipos de actuaciones comunes, explicando cómo se desarrollaría el trabajo de campo y análisis ambiental.
1. Parques eólicos y su impacto sobre la avifauna y los quirópteros
En proyectos de energía eólica, uno de los aspectos más sensibles es el impacto que pueden tener los aerogeneradores sobre las aves y murciélagos, ya sea por colisión, barrera al vuelo o alteración de sus rutas migratorias.
En un caso tipo, el seguimiento incluye:
-Censos periódicos de aves en diferentes momentos del año (época de cría, migraciones, invernada).
-Monitorización de quirópteros mediante detectores de ultrasonidos para registrar la actividad nocturna.
-Búsqueda de colisiones alrededor de los aerogeneradores.
Estos datos permiten evaluar si los impactos se mantienen dentro de los límites previstos y, si es necesario, aplicar medidas adicionales como el parado selectivo de turbinas durante periodos críticos.
2. Obras lineales y conservación de flora protegida
En infraestructuras lineales como carreteras, gaseoductos o tendidos eléctricos, es frecuente que las trazas atraviesen zonas con especies vegetales sensibles o hábitats de interés comunitario.
En estos casos, el estudio de flora previo identifica las especies a proteger, y durante el seguimiento se realiza:
-Cartografía detallada de las poblaciones vegetales afectadas.
-Revisión periódica del estado de conservación de las plantas protegidas y del hábitat circundante.
-Control de especies invasoras, que podrían aprovechar las zonas removidas para expandirse.
Si se detecta una regresión de las especies objetivo, pueden aplicarse acciones como translocaciones o revegetación con semillas autóctonas, siempre con criterios técnicos y seguimiento posterior.
3. Actividades extractivas y recuperación de hábitats
En canteras o explotaciones mineras, el seguimiento ambiental se centra muchas veces en comprobar la recuperación progresiva del entorno, especialmente tras el cese de la actividad o en zonas ya restauradas.
Aquí, el estudio de flora y fauna permite:
-Evaluar la recolonización natural por parte de especies autóctonas.
-Verificar el éxito de las medidas de restauración (plantaciones, creación de charcas, etc.).
-Detectar posibles impactos persistentes, como alteraciones del suelo o barreras al movimiento de fauna.
Los datos obtenidos ayudan a ajustar los planes de restauración, haciendo que estos espacios vuelvan a integrarse en el paisaje de forma ecológicamente funcional.
Estos ejemplos tipo reflejan cómo, lejos de ser una tarea burocrática, el estudio de flora y fauna aplicado al seguimiento ecológico es una herramienta fundamental para garantizar que los proyectos se desarrollan con respeto al entorno natural y adaptándose a sus particularidades.
Resultados que marcan la diferencia
Uno de los mayores valores del estudio de flora y fauna en el seguimiento ecológico es su capacidad para ofrecer información útil y aplicable. No se trata solo de recoger datos, sino de transformarlos en conocimiento que contribuya a una toma de decisiones más responsable, adaptativa y alineada con la conservación del medio natural.
Entre los beneficios más relevantes que aportan estos estudios, destacan:
Detección temprana de impactos
El seguimiento permite identificar cambios sutiles en los ecosistemas que, sin control, podrían derivar en impactos mayores. Por ejemplo, una reducción en la presencia de ciertas aves o un avance de especies invasoras pueden ser señales de alerta que requieren intervención.
Evaluación de la eficacia de las medidas correctoras
Las medidas ambientales propuestas en los estudios de impacto —como pasos de fauna, revegetación, o limitaciones temporales de obra— pueden comprobarse en la práctica. Si no están funcionando como se esperaba, los datos del seguimiento permiten ajustar o reforzar esas actuaciones.
Generación de conocimiento acumulativo
Los datos recogidos durante varios años alimentan bases de datos que permiten estudiar tendencias, comparar zonas y mejorar el diseño de futuros proyectos. Además, muchas de estas observaciones se comparten con administraciones, centros de investigación y plataformas de biodiversidad.
Toma de decisiones basada en evidencias
En lugar de gestionar por intuición o con criterios genéricos, los promotores pueden actuar sobre información concreta y localizada, reduciendo incertidumbres y mejorando su desempeño ambiental.
Mejora de la reputación y cumplimiento normativo
Contar con un seguimiento ambiental riguroso transmite compromiso con la sostenibilidad, refuerza la relación con las autoridades y facilita la tramitación de futuras fases del proyecto.
Herramienta estratégica
El estudio de flora y fauna es mucho más que una fase previa a un proyecto. Cuando se integra en el seguimiento ecológico, se convierte en una herramienta de valor continuo para proteger la biodiversidad, anticipar impactos y actuar con conocimiento y responsabilidad.
En un contexto donde los proyectos de infraestructuras, energías renovables o explotación de recursos deben convivir con el entorno natural, contar con datos fiables y actualizados marca la diferencia. No basta con prever impactos: hay que verificarlos, entenderlos y gestionarlos a lo largo del tiempo.
En Paleoymás trabajamos desde hace años aplicando este enfoque en el terreno, adaptando nuestras metodologías a cada proyecto y colaborando con promotores, técnicos y administraciones para garantizar que el desarrollo y la conservación no sean conceptos opuestos, sino perfectamente compatibles. Entendemos el seguimiento ecológico no como un trámite, sino como una herramienta estratégica que marca la diferencia entre hacer las cosas “cumpliendo” y hacerlas bien, con respeto y conocimiento del entorno natural.
Porque cuidar el medio ambiente no termina con un informe, sino que se construye en cada visita al campo, en cada seguimiento riguroso y en cada decisión bien informada.