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Capsula Hallazgo

Arqueólogos de Paleoymás recuperan la Cápsula del Tiempo de la Estatua de Cervantes

Ha sido durante el control arqueológico que realizamos en las obras del aparcamiento subterráneo del Congreso de los Diputados realizadas por Ferrovial y Sacyr y promovidas por el propio Congreso. En ellas se ha recuperado el antiguo pedestal de la estatua de Miguel de Cervantes, el cual guardaba en su interior una sorpresa: una cápsula del tiempo, la más antigua de España por el momento.

 

La estatua del literato se ve ahora cubierta por una lona con motivo de las obras, pero su antiguo pedestal estaba enterrado en su emplazamiento original, en el centro de la Plazuela de las Cortes, y allí fue encontrado por María Presumido y Genaro Ferrer, integrantes del equipo de Paleoymás en Madrid. Tras la limpieza de la base de granito y retirada de una argamasa que la cubría parcialmente, se pudo comprobar que existía un rectángulo de unos 10 x 20 cm donde se esconde la cápsula del tiempo. Este tipo de señero es muy habitual en los edificios de nueva construcción y normalmente contiene una serie de elementos, que dan información sobre la construcción y sobre la época.

 

Paleoymás y el Estudio de Restauración de Victoria de las Heras, procederán en los próximos días a la apertura y posterior restauración de la cápsula, depositada temporalmente en Museo Arqueológico Regional de Madrid. Los trabajos son autorizados y supervisados por la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid quien decidirá sobre el futuro del hallazgo.

 

El hallazgo y posible contenido de la cápsula ha generado mucha expectación, por lo que informaremos de las novedades. Por el momento medios como El PaisEl Mundo,  ABC (en 1, 2 y, hasta en 3 ocasiones), 20 minutos y Madrid Diario, se han hecho eco del hallazgo.

[Accede a la noticia sobre el contenido que publicamos días después]

 

 

Un poco de historia sobre la estatua de Cervantes

Respecto a la documentación histórica del monumento tan solo decir que su realización fue inicialmente propuesta por José Bonaparte en 1810 quien aprobó un decreto en el que proponía, en el artículo 1º, erigir al escritor un monumento para instalarlo en el sitio que ocupaba la casa donde murió, y en el 2º, elegir al artista que presentara el mejor modelo, sin embargo esta propuesta no llegó finalmente a materializarse. Si bien, en 1833 la casa en la que vivió y murió el escritor, situada en la calle Francos esquina con la calle León, fue declarada en ruina, lo que motivó a Mesonero Romanos a publicar un artículo en La Revista Española titulado “La casa de Cervantes” en el que denunciaba su intento de derribo. El escrito llegó a conocimiento del rey Fernando VII, quién ordenó al Comisario General de la Cruzada, D. Manuel Fernández Valera, evitar dicho derribo. Tras una reunión mantenida con el ministro de Fomento, el Conde de Ofelia, y el Alcalde, se propuso al propietario del inmueble la cesión del mismo al Estado, a lo que se negó, pero finalmente se llegó a un acuerdo el 23 de junio de 1834 se colocara en alto relieve el busto de Cervantes, realizado por el escultor D. Esteban de Agreda, en la casa que se hubo de construir en el mismo solar donde “…tuvo su modesta habitación aquel incomparable ingenio”.

 

Al año siguiente, en 1835, se encargó a Antonio Solá, escultor de cámara de Fernando VII, consejero y censor de la Academia de S. Lucas y director de los pensionados españoles, la realización del diseño de la estatua de Cervantes, que fue fundida en bronce en Roma por los artistas prusianos Ludwig Collage y Whilhelm Hopsgarten. Solá, remitió también a la corte, “…al tiempo que la estatua, un proyecto del pedestal que debía soportarla; pero no habiéndose hallado conforme por los profesores de la academia de San Fernando fue sustituida por el que presentó el Sr. Velázquez (Isidro González Velázquez), y después sufrió en la ejecución diversas modificaciones de importancia.”.

 

Los dos relieves laterales fueron obra de Francisco Piquer, y en ellos se representa, en uno, a Don Quijote y Sancho Panza guiados por la locura, y en el otro la aventura de los Leones.

 

El monumento fue sufragado por el ya citado D. Manuel Fernández Valera con “…los fondos del indulto cuadragesimal: siendo cosa singular que Miguel de Cervantes, que obtuvo su rescate en vida con las limosnas de los padres mercenarios, haya debido tan distinguido honor después de su muerte, a las limosnas de otra institución religiosa.”[1].

 

Este monumento fue el primero que se instaló en Madrid de un personaje no religioso ni perteneciente a la monarquía, hecho en la que España no es ni mucho menos original, sino que simplemente se limitaría a seguir las tendencias europeas que desde mediados del siglo XVIII ya habían comenzado a homenajear también a los hombres de Ciencia y del Arte[2].

 

La escultura, realizada en bronce, muestra la figura completa del escritor en actitud de caminar, con la pierna derecha ligeramente doblada. Este va vestido al gusto de la época con calzón corto, chaquetilla abotonada bajo la que aparece la gola, y cubierto con una capa corta que cuelga del hombro izquierdo da tal manera que con ella cubre el brazo dañado por una herida de arcabuz que recibió en la Batalla de Lepanto. Con la mano derecha sujeta un rollo de papeles, haciendo referencia a su genio literario, y la izquierda se apoya sobre la empuñadura de la espada, en clara alusión a su carrera militar.

 

Muchos fueron los partidarios de elogiar la factura de esta escultura, es el caso de Salvatore Betti, secretario perpetuo de la Academia Romana de San Lucas[3], con el que estuvieron de acuerdo los “profesores españoles” con ciertos matices respecto a su vestimenta, para su gusto muy militar. Pero también hubo muchos detractores, que criticaron su elevada altura o el hecho de que estuviese encerrado dentro de una verja de hierro que le impedía “caminar con gallardía”, entre estos últimos cabria citar a Zorrilla y Espronceda quienes consideraban era poco tributo al insigne escritor, e incluso Mariano de Cavia llegó a calificarla de mero “pisapapeles”.

 

Sabemos por la abundante documentación escrita y fotográfica[4] de la época que inicialmente esta escultura, tras ser trasladada en julio de 1835 a la Plaza de las Cortes desde el Palacio de la Cruzada en la plaza del Duque de Nájera, lugar donde fue primeramente emplazada, se colocó más al Este de su emplazamiento actual, en el centro de la Plazuela de las Cortes.

 

En octubre de 1849, al terminarse las obras de la fachada principal del Congreso de los Diputados y con motivo de colocar la escalinata se solicitó trasladar la estatua a la plaza del Ángel, para que el ámbito urbano quedara con más desahogo. El arquitecto municipal J. Sánchez Pescador presentó un presupuesto para el desmontaje que ascendía a un total de 18.700 reales, pero finalmente no se llevó a efecto por carecer de fondos.

 

A este respecto escribió Pedro Felipe Monlau en 1850 “Poco a propósito es el sitio donde se ha elevado el monumento, ya por su configuración particular, ya por carecer del fondo despejado necesario para campear como debiera. Tampoco hay oportunidad en colocar a Cervantes enfrente de un congreso legislativo, y mejor estaría en la Plaza de Sta. Ana, delante del teatro Español, y de la calle del León en que habitó;…”.

 

Respecto al contenido de la caja de plomo, varios son los ejemplos que podemos encontrar a través de diferentes fuentes, si bien por cercanía cronológica y geográfica el que mejor nos puede servir para hacernos una idea aproximada de lo que podemos encontrar en su interior, es el que nos ofrece el cofre de primera piedra del Congreso de los Diputados, del 10 de Octubre de 1843, en la que depositaron un ejemplar encuadernado de la Constitución de 1837, una paleta de plata con inscripción de Isabel II, reina que puso la primera piedra del edificio, varias monedas de la época, y un cilindro de cristal sellado en ambos lados en cuyo interior se conservaba un grabado del edificio[5].

 

Así pues, parece lógico pensar que en esta pueda haber algún objeto alusivo al personaje homenajeado, probablemente alguna o varias de sus obras mas significativas, reeditadas en ese mismo año de 1835, otros alusivos a la época de su construcción, tales como periódicos del día en que el arca fue colocada y otros que hagan mención a los distintos artistas que intervinieron en su diseño (Solá, González Velázquez,…etc) y de los personajes históricos que motivaron su construcción (Fernando VII, Mesonero Romanos,…etc).

 

[1] Ambos textos reproducidos literalmente pertenecen a la obra de Pedro Felipe Monlau “El amigo del forastero en Madrid y sus Cercanías o Madrid en la Mano” Edición fascimil de la editada en 1850. Trigo Ediciones S.L. Soria. 1996.
[2] Véase http://www.monumentamadrid.es/.
[3] Las alabanzas que este personaje vertió sobre la escultura de Miguel de Cervantes realizada por Solá aparecen escritas textualmente en el articulo dedicado a la “Estatua de Miguel de Cervantes Saavedra” que en el periódico “El Artista” publicó Eugenio de Ochoa (E. de O.) en el año 1835, Tomo XVIII, pag. 205 – 206, Signatura Hemeroteca Conde Duque: F1 5 / 56. También aparecen de forma literal dentro de la descripción que de la escultura hace Pedro Felipe Monlau en su obra “El amigo del forastero en Madrid y sus cercanías o Madrid en la mano”, imprenta de Gaspar y Roig, Editores, Madrid, 1850.
[4] Véase la Colección digital del Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Madrid. (http://www.memoriademadrid.es/) así como el Archivo fotográfico de la Biblioteca Nacional (http://www.viejo-madrid.es/).
[5] Los datos relativos a la caja fundacional del Congreso de los Diputados han sido obtenidos de la publicación que, con motivo de la exposición sobre “Narciso Pascual y Colomer (1808 – 1870). Arquitecto del Madrid Isabelino” , editó el Centro Cultural Conde Duque en 2007.