Antes de que el ferrocarril trazase sus huellas en la Serranía de Cuenca existía un oficio tradicional que predominaba en tierras de montaña y que se nutría de la demanda de madera: la ganchería.
La madera, en aquel momento de gran valor para la construcción tanto civil como militar, se extraía principalmente en la muela de la Madera y después se transportaba hasta ríos como el Júcar. Allí los gancheros manejaban los troncos ayudándose de una herramienta llamada bichero o gancho, de donde proviene su nombre.
Para evitar tramos difíciles en el Júcar los gancheros acudían a lugares como la localidad de Uña, que ganó reconocimiento por el comercio de la madera. A pesar de que la época dorada de las maderadas del Júcar murió con la inauguración del ferrocarril hubo algunos lugares de los que los gancheros se siguieron aprovechando para realizar su habilidad, como la laguna de Uña o el embalse de la Toba.
El equipo de museografía de Paleoymás, por encargo del Ayuntamiento de Uña, ha diseñado e instalado en la misma localidad un atril interpretativo sobre el extraordinario oficio de la ganchería. En él se cuenta en qué consistía el trabajo de los gancheros y cómo se realizaban las maderadas del Júcar, y muestra una pequeña galería de fotos en las que pueden verse los gancheros en acción, así como algunos lugares emblemáticos de la Serranía de Cuenca.
Además podremos acceder a contenido exclusivo sobre los gancheros a través del QR presente en el atril: anécdotas, datos curiosos sobre este peligroso oficio perdido y más fotografías interesantes.
El atril se ha situado junto a la escultura de un ganchero ya presente en Uña. ¡No te lo pierdas!
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