Todo el mundo ha oído hablar de las prospecciones arqueológicas pero muy probablemente la mayoría no sepa qué son. Esto es debido a que, por desgracia, sigue siendo un tema del que no ha habido la suficiente enseñanza durante las etapas formativas y del que no hay una excesiva divulgación, como sí ocurre con otras disciplinas.
Así, una prospección arqueológica consiste en explorar y analizar una extensión de terreno con el objetivo de localizar yacimientos humanos o restos de actividad humana pasados con el objetivo de poder caracterizar su potencial patrimonial. Es decir, una prospección arqueológica es por naturaleza la búsqueda de un yacimiento, y no el trabajo en uno ya existente. Como consecuencia de las prospecciones arqueológicas es normal dar con yacimientos que pueden llegar a ser excavados e investigados y que pueden contienen elementos valiosos desde un punto de vista arqueológico.
Hay que tener en cuenta que si bien hay muchos hallazgos arqueológicos que son fruto de la casualidad (como podría ser el caso de las cuevas de Altamira) en otras ocasiones los hallazgos arqueológicos son fruto de una prospección arqueológica que fue diseñada y concebida de forma totalmente planificada y de acuerdo a una serie de criterios, como puede ser el caso del descubrimiento de Troya, que se hizo basándose en toda clase de textos – muchos de ellos exagerados y fantásticos – sobre la conocida batalla.
Cuando hablamos de una prospección arqueológica, podemos hablar de una prospección de superficie cuando lo que hacemos es buscar yacimientos arqueológicos en la superficie terrestre. Esta búsqueda, tiene a su vez una fase de investigación en la que se analizan elementos como la toponimia o la geografía, y una fase de trabajo de campo en la que se realizan exploraciones y prospecciones propiamente dichas, tanto intensivas como extensivas.
Por otra parte, existe la llamada prospección arqueológica de subsuelo. En este caso se aplican métodos físicos y químicos para explorar el subsuelo, aunque también para evitar tener que remover la tierra de la zona de forma innecesaria se utilizan otros métodos como las resonancias, el mapeo del terreno y las fotografías aéreas, que suelen ser uno de los métodos más relevantes, siempre y cuando estén bien analizadas por alguien que cuente con la formación debida.
Actuaciones complementarias a una prospección arqueológica.
Cuando los antecedentes y hallazgos previos sugieren que en la zona hay un alto potencial arqueológico, es recomendable la realización de catas arqueológicas o sondeos que definan el alcance de las actuaciones previstas.
Además, es necesario recordar que para realizar una prospección arqueológica en un bien de interés cultural o en algún lugar que esté protegido de cualquier manera; es necesario contar con una serie de permisos y autorizaciones por parte de los poderes públicos para poder llevarlo adelante sin ningún tipo de problema legal.