La despoblación es un fenómeno demográfico en el que un territorio ve reducido su número de habitantes, con las correspondientes consecuencias asociadas que impactan a sus municipios. España ha sufrido tres grandes éxodos rurales en la historia contemporánea: el primero en el siglo XIX debido a la Revolución Industrial, el segundo desde 1950 —en el contexto de la dictadura franquista— y a lo largo de gran parte del siglo XX, y el último a partir de 2008 a raíz de la Gran Recesión.

Este éxodo no ha terminado y sus consecuencias demográficas y económicas requieren atención. Existen numerosos puntos de vista y soluciones para contrarrestarlo: nosotros nos vamos a enfocar en el turismo cultural y natural como herramienta para traer de vuelta el valor al territorio.

La España vacía

El término “España vaciada” o “España vacía” hace referencia a este fenómeno de despoblación. Fue acuñado en 2016 por Sergio del Molino en su libro La España vacía. Viaje por un país que nunca fue, y ha ganado una relevante atención mediática en la última década. En la actualidad existen movimientos ciudadanos como Soria ‘Ya! (SYA) y partidos políticos como España Vaciada o Teruel Existe (¡TE!), que tienen como principal reivindicación la denuncia y la lucha contra la despoblación.

Aunque también ocurre en ciudades medianas, las más afectadas son las poblaciones pequeñas cuyas industrias han sido arrasadas por la globalización. Por ejemplo, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), desde 1975 Soria ha visto reducida su población más de un 23%, mientras que otras provincias como Madrid han crecido un 73%.

Las principales causas de la despoblación son la emigración de jóvenes a entornos urbanos en busca de trabajo, la disminución de natalidad y el envejecimiento de la población, la tendencia al abandono de actividades agrícolas, ganaderas y agroalimentarias, y la escasez de servicios de transporte, sanitarios o educativos. En su mayor parte configuran un problema cíclico y complicado de revertir, ya que las causas son estructurales.

Granada. Fotografía de Victoriano Izquierdo.

El turismo como arma

Aunque existen un gran número de soluciones posibles para salir de este bucle —apoyar el emprendimiento del mundo rural, potenciar la agricultura y ganadería sostenibles, mejorar las infraestructuras de comunicación y transporte, fomentar el teletrabajo…— hoy nos centraremos en el aprovechamiento turístico de los recursos asociados al paisaje rural. Ya sea a través del turismo rural, natural o cultural, afianzar la afluencia de visitantes a áreas despobladas es fundamental para ayudar a su crecimiento, ya que supone una oportunidad de potenciación económica y demográfica a través de la creación de puestos de trabajo y el aumento de servicios.

El entorno natural y paisajístico de las áreas rurales, además del simple disfrute del aire libre, ofrece a menudo un interesante patrimonio geológico, paleontológico y/o arqueológico, en ocasiones excepcional y único. Por eso, el turismo natural y cultural crece exponencialmente cada año tanto en turistas nacionales como internacionales y abarca un amplio rango de tipologías de público, desde los más activos que buscan actividades de aventura hasta los que buscan la tranquilidad. Para aprovechar este crecimiento hay que conocer bien los recursos que puede ofrecer el territorio, ponerlos en valor —siempre desde un punto de vista sostenible para garantizar la conservación del patrimonio— y promocionarlos para alcanzar una mayor difusión.

En resumen, el patrimonio cultural y natural es un potencial motor de desarrollo que, con una adecuada gestión, puede atraer turismo sostenible y de calidad al territorio. Interpretarlo es necesario para que los visitantes lo conozcan, lo aprecien y lo valoren, lo que también aumenta sus probabilidades de protección. Esta “riqueza frágil” tiene que ser preservada porque una vez se pierde no es recuperable, por lo que hay que encontrar un equilibrio entre su aprovechamiento y su preservación.

Entre otras cosas, el turismo cultural y natural impacta positivamente al territorio despoblado de las siguientes maneras:

• Rompiendo con la desestacionalización. Se reciben visitantes fuera de las habituales fechas veraniegas, durante la primavera y el otoño, y en algunos casos incluso en invierno, regularizando la afluencia de público a lo largo de todo el año.
• Convirtiendo la zona en un destino clave. Una adecuada gestión puede servir para convertir nuestro territorio en referente en este tipo de turismo de este tipo, aumentando su atractivo al convertirse en un destino preferente.
• Desarrollando la economía. Una mayor oferta turística implica un mayor número de visitantes, un número superior de pernoctas y un mayor gasto por visitante, lo que a su vez anima al emprendimiento.
• Mejorando su identidad y cohesión territorial. Los proyectos de desarrollo turístico en el territorio no solo aumentan su relevancia al ponerlo en valor, sino que incrementan la autoestima y el orgullo de pertenencia de sus habitantes.
• Fomentando la inversión privada. Así se llevan a cabo iniciativas de interés público a los que las administraciones no llegan por falta de fondos o recursos.

Sevilla. Fotografía de Eddy Boom.

Acciones para la dinamización del territorio a través del turismo

El desarrollo del patrimonio natural y cultural tiene muchas caras, pero todas deben tener como base el conocimiento de los recursos. Es por eso que la interpretación del patrimonio cobra especial relevancia si hablamos del turismo como herramienta contra la despoblación.

Entre los métodos de dinamización del territorio pueden encontrarse la planificación de proyectos relacionados con el desarrollo cultural, los inventarios de recursos naturales o patrimoniales, la señalización e interpretación de espacios —como rutas senderistas y lugares de interés—, la producción de museos y centros de interpretación (que siempre tienen como objetivo transmitir conocimientos e ideas), la difusión de material didáctico y la organización de actividades como conferencias, talleres y visitas que convierten el patrimonio en una experiencia dinámica que disfrutar en compañía.

En Paleoymás tenemos 25 años de experiencia poniendo en valor el territorio. Nuestra versatilidad nos ha permitido conocer diferentes facetas del geoturismo, el turismo paleontológico, el arqueológico y el natural, así como aportar nuestro granito de arena en el aprovechamiento de los recursos patrimoniales y naturales a través de proyectos tan emocionantes como desafiantes: creación de aplicaciones digitales, audiovisuales y elementos interactivos; reproducciones escultóricas de animales que existieron hace millones de años o réplicas de sus huesos fósiles; escenografías que nos muestran cómo era el mundo en la antigüedad; ilustraciones científicas que facilitan la comprensión de conceptos complejos…

La conservación del patrimonio natural y el medio ambiente, además, es una de nuestras disciplinas básicas, no solo a través de la interpretación y el desarrollo cultural, sino a través del apoyo a la investigación biológica y de la realización de actividades enfocadas a la monitorización y protección de la biodiversidad, como los estudios de impacto ambiental, planes de vigilancia u otros documentos ambientales; la educación ambiental; las prospecciones y seguimientos de especies de fauna y flora; o los censos y translocaciones.

En conclusión, creemos que gestionar, desarrollar y proteger el patrimonio cultural y medioambiental mediante su aprovechamiento turístico y su difusión es necesario, no solo para su disfrute social y como herramienta de concienciación, sino también como importante recurso para luchar contra la despoblación.

*[Fotografía de portada de Patrick Baum, en Valldemosa (Mallorca)].

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